samedi 22 juillet 2023

QUE RENAZCAN LOS CÓNDORES (1972)

 

TAHUANTISUYU


La fuerza cósmica del viento
refloreció en la mañana de la historia.
Primero fue el estremecimiento
de las rocas en la tectónica de los mundos,
luego la fuerza del bronce configuró los rostros
deformados del nuevo mundo
y la varita de Viracocha
y el ritmo vital de Pachacamac
y la luz sulfúrica de Quilla
y el dinamismo terráqueo de Pachama
hizo surgir del caos
la nueva lava de los volcanes.
Desde el Ande gigante
que recorre presuroso el cuerpo de América,
desde la verdura del nuevo mensaje,
desde los ríos que irrumpen en la tierra
con la fuerza avasalladora de los metales,
desde el lago que recoge
la esencia de los manatiales,
desde el mensaje vertebral de la sangre Americana,
surgiste Tahuantisuyu
el de las cuatro partes del mundo:
al norte Chichanysuyu,
al sur el Collasuyu,
al este el Antisuyu,
al oeste el Contisuyu;
con los cóndores y las águilas
que aman estar en las alturas,
con la llama ardiente
que cicatrizó la faz de la corteza,
con los líquenes y los hongos
que engalanan el valle,
con los raudales que anuncian
el poderío y el transformar de la tierra,
con las alturas que un día desafiaron el cielo,
allí, en el Abancay y en el Huancayo,
donde el río Apurímac
inserta la plegaria de los mares,
surgiste Tahuantisuyu
y con tu centro de oro puro
plantaste la primera esperanza cósmica
de la Nueva Tierra.


CUZCO

El dios sol irrumpió desde los aires
con su bastón de nácar
y sus espuelas de cobre,
cada uno de sus pasos
hizo nacer la luz en las estrellas,
su bastón repicó el campanear de la llamada:
Hombres nuevos con la tez dorada,
mujeres de senos gigantescos y sensuales,
fuerza genética que propaga el silencio,
irrumpir de figuras y caleidoscopios,
todos al unísono sobre la verdura del llano
y la escabrosidad del Ande,
monstruos que amasan el éter de los airess
y se sobrepongan a las fuerza de las rocas
y el resurgir de vegetales...
Del lago Titicaca,
donde los peces guardan la vigilia del oxígeno,
donde las piedras rezan la oración de los siglos,
donde los corales sintonizan el llamado
del dios-sol,
del lago desafiante en las alturas
nacerán Manco Capac y su mujer Mama Oclla,
sus ojos estarán humedecidos
y sus manos refulgentes
llevarán una varita de oro puro,
palparán los vericuetos del mundo,
romperán con el oro las arenas de las playas.
las tierras volcánicas y estériles,
los desiertos ardientes y enigmáticos,
hundirán la varita en la colina de Huancarif
y crearán a Cuzco-ombligo del mundo-
en aquella tierra donde nunca llueve
ni caen rayos y centellas.

CUZCO:
llevarás en tu vientre el ardor de la montaña,
harás crecer a los incas,
a tí llegarán las calzadas y las llamas
en el paralelo cantar de manantiales.

CUZCO:
crecerás en vértebras de mundo,
arrugarás tu figura sobre el suelo,
la tierra no será tu barrera
ni los sismos destruirán su unidad irreductible.

CUZCO:
a tu alrededor se abrirá la tierra
con horquetas de ébano,
los cuervos sincronizarán
el guano prodigioso
y los círculos de ara implorarán a dios
en las sequías.

CUZCO:
enigmática diosa de los aires,
explotarás en los mares distribuyendo el maíz;
todos, desde el Anscamayo hasta el Maule,
firmarán el pliego de la historia
repalpando tu presencia.

CUZCO:
vivirás allí por siempre,
como testigo inerme y desafiante.
Ni los vientos tránsfugas
que osan desafiar las moles increíbles,
ni los fugaces arroyos de la lluvia
intentarán arrancarte de la historia.




ELEGÍA DEL NUEVO MUNDO

Los cristales que yacen en la corteza
comunicando su sol,
acompañaron los granos de maíz
en la simbiosis mágica,
en una metamorfosis rastrera
que no percibían ni las aves
en su vuelo interminable.

Allí donde la tierra ama recibir la lluvia
con su dolor de magia,
allí donde la tierra convive
con las raíces de otros árboles,
allí donde la tierra tiene dibujada
las cicatrices que unos monstruos
dejaron en su peregrinación de trigo:
allí comenzó a germinar el grano amarillo de maíz,
y el guano que lejos de la playa dejan las gaviotas
quiso cantar una canción de fortaleza
y minuto a minuto, centímetro a centímetro,
surgieron de lo hondo de las plantas
y cubrieron las tierras de verdura.
En quichua no hay palabras
para costruir la elegía del cultivo,
ni los hombres de tez-bronce
ni las mujeres que en sus senos
cargan la leche del génesis
tuvieron el valor de recordar las primeras palabras.

Y los raudales que bajan de las alturas
con la fuerza de la nieve tórrida,
y los manantiales que recogen el humus poderoso
y los riachuelos de agua dulce
que dibujan los límites y pintan
el color de los productos
y los lagos de la altura
que son la plegaria de las aguas
atestiguaron el crecer de los hombres colectivos:

"Lo que era mío era de América
y lo que era de América era mío".
Les interesaba solamente hundir la uñas
en la dura color del humus
y en la roquiza dureza de la roca,
les interesaba dar un soplo de vida a lo inerme,
recobrar para el hombre los secretos
que antes eran el pan de los dioses,
anochecer al pie de la chacra
viendo crecer la papa redonda,
palpando la yuca blanda,
viendo comer el pasto
a la humilde llama, a la vicuña
y a la alpaca,
haciendo la oración al dios nativo,
al AYLLU poderoso e incoercible
que se dibuja en las espaldas lozanas
y transporta el maíz
desde el Ande hasta el valle
en las manos sin cadenas
que escriben la historia del cultivo
y en el quichua que recorre libremente
los aires submarinos de la especie Americana.


EL AMAUTA

El Amauta con su gorra de sabio sibilino
transmitirá de especie a especie
el mensaje del AYLLU,
recobrará para la historia
las hazañas del Inca aventurero
que construyó más templos
y administró el pan de las tribus
con la equidad de las abejas,
y hundirá en el olvido al tirano
que saboteó el arado
y empantanó las plantas del pie indígena
para gozar de la abundancia.
El Amauta con su vestir tranquilo
sabrá decir que "lo que es mío es de América,
y lo que es de América es mío",
transtornará con su paso suave
la escabrosidad del Ande
y llevará el mensaje
al más apartado vericueto,
sobrevolará con su germen de palabra
los aires que cubren la mañana,
iniciará el peregrinaje de las alas
al nuevo mundo de las minas,
entregará el pan del origen al obrero primario
que engalana la sima profunda
y presagiará con su mirada
la nueva epopeya de los tiempos.



LA NIEBLA CUBRE EL TITICACA

Tahuantisuyu:
de tus poros saldrá el oro codiciado
para llenar las arcas,
de tu vientre sacarán sangre de historia.
Tahuantisuyu:
los monstruos traerán las cadenas
para enmohecer las manos,
y una mordaza para ahogar en estertores extraños
el quichua pasajero,
y un cetro extraño te impondrá el nuevo dios.
Tahuantisuyu:
Aquí llega tu hora definitiva.
Desde el establecimiento que las rocas han hecho
en cada momento de América,
desde allí donde el indio
derrota la división de las manos,
desde el último grito del Ande
se observa la aparición del asesino,
que trae un cargamento de látigos
y una obsesión de joyas.

Sin embargo el rugir de los cañones
y el burbujear de la sangre
desafían las moles de los dioses
donde cada indio ha puesto su grano de arena
y su poco de fuerza.
No en vano crece la fortaleza
en la esquina de las premoniciones,
no en vano las carreteras de piedra
cubren las alturas del AYLLU,
no en vano las alpacas tamizan el calor
en los maizales vespertinos,
no en vano cada mujer esgrime al fuerza de la raza.

Crecerán las hierbas
en el cuarto
que hubo de llenarse
para satisfacer a Pizarro,
crecerán en Cajamarca
donde la sangre del último Inca
pintó con trazos célebres
la silueta de Atahualpa,
crecerán en el arado,
crecerán entre el esqueleto del Amauta,
crecerán en AYLLU y en los puentes
y una inmensa nube de polvo
rubricará el último parte
de los estafetas.


CAJAMARCA

Por el Huaca Chaca
- puente sobre el Apurímac -
han pasado.
Quedan atrás los años
de magnificencia.

Las hierbas cubrirán
los despojos de Cuzco
y Machu-Pichu
y solo las "guacas"
entregarán la evidencia
de los siglos.
 
 
** Que renazcan los cóndores (1972), es después de La epopeya del barro y Que las águilas preñen los nopales (1972) , la tercera parte del libro América Escondida. Este poema americanista, indigenista, combativo y revolucionario sobre los antiguos peruanos fue escrito a los 18 años, en 1972, mientras cursaba el primer año de Sociología en la Universidad Nacional de Colombia. Durante esos meses de trabajo frenético leía todo tipo de libros sobre las civilizaciones prehispánicas. El libro completo y unitario incluye otros largos poemas o cantatas: La epopeya del barro (1971), Que las águilas preñen los nopales (1972), Que renazcan los cóndores (1972), Aquí estamos Tupac (1970), Camilo, tu voz (1971), Campesina (1971), Hay una palabra (1972), Elegía del viejo poeta y La parábola de las águilas (1970). El mecanuscrito del libro lo cargué toda la vida de viaje en viaje, pero nunca pensé publicarlo. Cuando me fui de París hacia California, dejé extraviada la única copia en casa de mis amigos Maria Elvira y Alfonso Molano, pero uno o dos años después Alfonso me lo llevó a México y me lo entregó en Tepoztlán. Al regresar a vivir a París 17 años después, pensé que lo había extraviado otra vez, pero lo encontré por fortuna en un maletín de archivos. Tal vez sentía desdén y experimentaba "rubor" como diría Borges con esos poemas comprometidos, revolucionarios, épicos, de mi adolescencia. Pero el tiempo es circular y ahora en América Latina esos temas han vuelto a cobrar legitimidad cuando se reivindica con fuerza a los pueblos originarios que son los protagonistas de este libro. El autor adolescente buscaba escribir una epopeya cósmica sobre el hombre americano. Ver en este blog, mi probable prefacio a este volumen: América Escondida, medio siglo después.


 
 
 




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