dimanche 16 juillet 2023

LA EPOPEYA DEL BARRO (1971)*


"... Verán los tardos años del mundo ciertos tiempos en los cuales el mar océano aflojará los atamientos de las cosas y un nuevo marinero, como aquel que fue guía de Jasón, que hobo nombre Tiphis, descobrirá Nuevo Mundo; ya  entonces no sera la Isla Tulle la postrera de las islas."

                                                                                                    Séneca, en Medea, Acto II. Cita y traducción de Cristóbal Colón en el Libro de las Profecías.





I

De basalto y sal
emergieron tus crestas,
América escondida;
era como el suspiro de Zué
sobre la tierra.
De la noche nació el día de América,
y de la corteza surgieron
como hipocampos de cristal
las caras de las águilas
y los zancudos;
el sol juvenil ondeó sus rayos
sobre los volcanes y los diplodocos
de esta América escondida.
El fuego no dio tregua
a la creación del mar y de la tierra...
Todo era América,
verde como las esmeraldas,
roja como las guacamayas amazónicas,
blanca como las barbas de Bochica.
Te movías como lava calcinante,
nadabas en oro y en pantano...
Eras América Escondida
con calendario propio,
y en tus vértebras de plomo,
como el cantar de los sismos
todo era de todos y para todos.

Desde Tenochtitlán y Texcoco
hasta Yucatán, Tikal y Chichén-Itzá,
Huiracocha roció con sangre y plata
tus relieves de parafina y bronce,
Chiminigagua le dio forma a las figuras
con el barro y el sol acrecentados;
Bachué y Bochica
con sus barbas de platino
hicieron nacer al hombre americano,
tan grande como el Aconcagua,
con músculos de balso,
mirada de serpiente
sudor de hielo...
rompiendo la tierra
con las uñas y la boca

Hombre de América escondida
hierro fundido en la creación,
hierro compacto
en el levante de las tierras,
roble gigante,
estremecer de lagos y figuras
jeroglífico mágico, 
cosmovisión, poder
y maratón de fuerzas.
Hombre de América, aquí comienza tu elegía,
desde el páramo y sus frailejones,
desde el valle donde culminan
las vertientes de tu éxtasis,
con la vista hacia el fondo;
inspiran Chichén-Itzá y Tlaxcala,
el dios del Tequendama,
los brazaletes de los hermanos quimbayas,
la luz y las tinieblas.


II

Nacieron con los ojos
pegados a la tierra,
y en sus párpados
se reflejó el sol sobre la luna;
su mirada era de cal
y con las flores
y con los monstruos apocalípticos
y con la sangre y el fuego
rompieron en surcos esta tierra.
Las manos eran de trigo,
doradas por el sol,
abriendo paso a paso,
instante a instante
lo profundo de la tierra.

No sabían de propiedad
porque todo era de todos
y para todos,
desde la cabra balante de la estepa,
los árboles ancianos de la espiga,
hasta la chacra de vidrio y de campanas.
Oraban a Bachué,
a Bacatá irguieron grandes templos
y en las mañanas
la sangre se vertía en el rito
que conmovió los aires
con la fuerza del río Magdalena;
eran las hachas de sílex
las que abrían en dos
el pecho de los hombres
y eran las manos sangrantes
las que con letras de paz,
se alzaban a lo alto,
en nombre del indio americano.

Tenían los músculos de plata
y la circulación de cobre
irrigaba minuto a minuto
la vida de sus partes...
No sentían dolor
por el trepidar de sus tierras,
ni por los huracanes,
porque eran felices
con su volcán de siglos,
con su río colosal,
con la descarga del cielo,
porque el terror lo compartían
y porque todo era de todos
y para todos.
Eran hombres de incienso,
eran el rito,
diamantes puros,
negros jetones,
mulatos de sol,
zambos de piel canela,
eran indios americanos de surco,
sol y de maíz.


III

Las águilas nacieron una mañana,
sus garras habían sobrepasado el mar
impunemente,
traían en sus ojos la codicia
y en sus músculos
los látigos de hiel y de vinagre.
Las proas riñeron con las olas
en una lucha fuerte y fatigosa
y los pájaros
no quisieron nadar en los espacios.
Las velas desafiaron el viento americano:
ni un solo pedazo de árbol viejo
quiso evidenciar la existencia
de su mundo,
ni una sola hoja
quiso fugarse con las olas
para denunciar su dinámica
de siglos y de transformaciones.
Todos clausuraron al unísono
su polifónica palabra
y en coro despreciaron
el intruso vestido de cristiano.

La tierra se estremeció
cuando sus pies impuros
hollaron la tierra de la playa
con una bandera mercenaria,
con un rey mercenario,
con un dios mercenario.

Y todos los mestizos
de las razas
comenzaron a labrar para otros
lo que antes era de todos y para todos,
sus uñas cavaron al pie de los ríos,
los látigos ungieron de sangre las espaldas,
las cadenas oxidaron sus nucas y sus pies
y la esclavitud les privó de la dicha,
les puso ojos de angustia,
bocas selladas, sarcófagos de sed,
túnicas de viento,
voz de polen y de estambres...
Eran americanos con odio
porque la encomienda les quitaba
el bocado de la boca,
porque la alcabala empalidecía
las caras de los niños,
porque eran látigos los que cargaban
y lágrimas con lo que hacían
la argamasa de los templos.


IV

La voz de Tupac
traspasó las montañas,
la manigua irredenta,
los picachos impolutos,
era una voz de lucha
que hizo florecer
en el valle,
en el Ande,
en la costa,
la nueva voz americana.
 
Charalá floreció por la mañana,
sus pétalos eran hombres con fuerza,
eran polen de historia,
tenían odio en sus venas,
tenían dolor acumulado.
Comprendieron que todo era de todos
y para todos,
que las águilas
con mitras
y báculos de sangre
y las hienas
con coronas reales,
no debían romper las trochas vírgenes;
comprendieron que las bulas y las alcabalas
no valían la fatiga y el sudor
y por eso procrearon
con palos y hachas;
con gritos y paquetes de panela
el espíritu de la rebelión;
eran mulatos jetones
con Galán a la cabeza
con sus ojos, con su fuerza
que no pudo evitar
el disfraz de las águilas,
sus máscaras fatídicas,
su voz de doble filo,
su sagaz condoreo,
la inquisición y la derrota...

La palabra pura
de la gleba que se alza,
el verbo vigoroso
de los hombres que crecen
y mueren al pie de la mita
y el impuesto
estuvo en manos vanas.
Ni Berbeo ni Plata
desde sus tronos de bufos
y sabandijas trágicas
comprenderán la historia.
El pueblo se levanta
y camina tranquilo,
las barreras son metas
y las metas partidas,
quien habla dice ¡adelante!
¡ni un paso atrás!

Han sido traicionados,
con pluma de pavo de color infinito,
con licor de trabajo,
han firmado las actas
y han orado sin pena.
Después,
una canción de grito
han cantado los pájaros
en Santa Fé y Charalá,
donde la memoria toca
todas las puertas
con el verbo del hambre,
en un pedazo de San Gil
donde los mulatos recuerdan
el sacrificio de su héroe,
en Popayán y en Tunja
donde el rumor rebelde
inunda el atrio de la iglesia.

Es una canción
que se esparce con el odio encendido,
con las manos que aguardan
los tiempos soberanos,
es una voz que trepida sin metro
ni termómetro,
es un grito que hoy captan
los tímpanos,
que hoy firman los ojos
del pueblo engañado.


V

Y hoy América,
convulsión de convulsiones,
sangre derramada día a día,
cementerios artificiales en escala,
fusiles y tanques a la entrada.
Explotación, explotación y vandalaje.
Y hoy América,
tu cara dolorida,
tus manos desnutridas por el hambre
de los mendigos rectos,
tus pies hechos jirones
por las banderas falsas,
por un pueblo dividido
en colores primarios.
Por la mañana Wall Street viste de gala,
el humo de las fábricas
se riega por los aires;
los látigos no alcanzan el dolor
de las espaldas,
ni las cadenas cercenan el luto del sol
de cada hombre.
Wall Street:
porquería de gusanos,
noche fatal,
mundo lejano;
Wall Street:
vistes de gala
en el sepelio del hombre americano,
pero tus mesas trepidan
con el sudor de los músculos heridos.
Wall Street:
no hay palabras para decir
que tus ojos van cayendo,
que tus manos poderosas
no tendrán la fuerza para levantar
tu Empire,
ni tu Petroleum Oil Company,
ni tus bonos bancarios soberanos,
ni tu dolar fatídico,
ni tus Trusts destruidos,
ni tu América S. A. Corporation Limitada,
ni tu monopolio general ya destruido,
destruido,
por el hombre americano.

                                                            (1971)



 * La epopeya del barro es la primera parte del libro América Escondida. Poema en cinco partes escrito a  los 17 años, en medio de la agitación estudiantil de ese año en Colombia. Obtuvo el I premio departamental intercolegiado de poesía en 1971 en Manizales, cuyo trofeo aun conservo. Este poema americanista, combativo y revolucionario fue montado por el director teatral Mario Nova en Bogotá con un grupo teatral de la Alianza Francesa y tuvo representaciones en varias ciudades. El libro completo y unitario incluye otros largos poemas o cantatas: Que las águilas preñen los nopales (1972), Que renazcan los cóndores (1972), Aquí estamos Tupac (1970), Camilo, tu voz (1971), Campesina (1971), Hay una palabra (1972), Elegía del viejo poeta y La parábola de las águilas (1970). El mecanuscrito del libro lo cargué toda la vida de viaje en viaje, pero nunca pensé publicarlo. Cuando me fui de París hacia California, dejé extraviada la única copia en casa de mis amigos Maria Elvira y Alfonso Molano, pero uno o dos años después Alfonso me lo llevó a México y me lo entregó en Tepoztlán. Al regresar a vivir a París 17 años después, pensé que lo había extraviado otra vez, pero lo encontré por fortuna en un maletín de archivos. Tal vez sentía cierto desdén y experimentaba cierto "rubor" como diría Borges con esos poemas comprometidos, revolucionarios, épicos, de mi adolescencia. Pero el tiempo es circular y ahora en América Latina esos temas han vuelto a cobrar legitimidad cuando se reivindica con fuerza a los pueblos originarios que son los protagonistas de este libro. Ver en este blog, mi probable prefacio a este volumen: América Escondida, medio siglo después.



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