dimanche 16 juillet 2023

HAY UNA PALABRA... (1972)*

Por Eduardo García Aguilar

En cada coordenada que se abre de tajo
a la luz de los soles, en cada Nación que dibuja su identidad
en dos o tres palabras mágicas, 
en cada oración que los hombres pronuncian
frente a las viejas montañas;
sobre el incomprensible destino
que las aves buscan en su vuelo,
sobre las enigmáticas murallas
que las civilizaciones construyen:
hay una palabra.
Una palabra que crece en los cementerios
y se oye en las esquinas de los viejos continentes.
Ha sido amasada con dolor de letanía
por los nuevos bucaneros de Samarkanda
y por los pasos de Atila.
Nació sobre cabelleras de inmarcesibles trogloditas
y sobre los temperamentales búfalos
que pastan en las lejanías del West-Continent.
La carga de su peso han llevado
los hombres que amasan plusvalía
y piden la restauración del verbo.
El dolor de sus espuelas
ha sido conocida desde el estrecho-Behring
hasta Gibraltar y Magallanes,
en cada mano del negro-África
y del mulato-América.
Los animales que yacen impasibles
en los inmensos valles o en las tupidas maniguas
la han oído con horror de lágrimas
y sangre de látigos.
En cada templo donde todavía se escucha
el sonido platinoso de las seniles campanas
y donde crece la maleza desafiando el tiempo
se encuentra grabada
en letras de PAZ Y CARIDAD .

Sobre el corazón de los hombres que hoy mueren
ante el ensordecedor silencio de las grandes ciudades
y fabrican la mueca de las catedrales,
ha pasado con pies de oruga martillada
y con manos de cañón y bala.
El solo vibrar de sus seis letras
ha roto los tímpanos y las retinas
del último humano.
Crece con orgullo en la cima de los mil volcanes,
en la parte final de las montañas,
se alza desafiante al pie de los ríos
y los innumerables mares.
Se estableció en cada vericueto de la historia,
los cambios y las revoluciones la exigieron
con justicia y con impasible hondura.
Hoy está en los titulares de la prensa,
se habla en todos los idiomas
que las razas han necesitado en su correr de siglos,
se dice Corea, Vietnám, Santo Domingo
y la sufren con hambre tres-mil-millones-de-hombres.
Sirve de disfraz en los más insólitos festines
y en la danza de la cruel rapiña imperial,
se dibuja en las manos mutiladas,
en la fábrica que expele humo,
en las guitarras desfiguradas,
en los violines que emiten sonidos,
en la sinfónica colorida de las selvas,
en los esqueletos que yacen sonrientes,
en los nuevos desiertos y en los nuevos valles.
Es una palara que hoy todos escuchan
que todos llevarán grabada en la memoria del capital,
en la historia que conforma el universo personal,
en la hoja con la cual cubren la pena.

¡Hay una palabra
que crece en los cementerios
y se abre en las esquinas de los continentes...!

                                                   Bogotá, septiembre de 1972
 
* Poema que figura en el libro América Escondida (1970-1972). El poema fue escrito en septiembre de 1972 al cumplir 19 años en Bogotá, cuando estudiaba Sociología en la Universidad Nacional, un año y medio antes de viajar a París. El libro completo y unitario incluye otros largos poemas o cantatas: La epopeya del barro (1971), Que las águilas preñen los nopales (1972), Que renazcan los cóndores (1972), Aquí estamos Tupac (1970), Camilo, tu voz (1971), Campesina (1971), Elegía del viejo poeta y La parábola de las águilas (1970). El mecanuscrito del libro lo cargué toda la vida de viaje en viaje, pero nunca pensé publicarlo. Cuando me fui de París hacia California, dejé extraviada la única copia en casa de mis amigos Maria Elvira y Alfonso Molano, pero uno o dos años después Alfonso me lo llevó a México y me lo entregó en Tepoztlán. Al regresar a vivir a París 17 años después, pensé que lo había extraviado otra vez, pero lo encontré por fortuna en un maletín de archivos. Tal vez sentía cierto desdén y experimentaba cierto "rubor" como diría Borges con esos poemas comprometidos, revolucionarios, épicos, de mi adolescencia. Pero el tiempo es circular y ahora en América Latina esos temas han vuelto a cobrar legitimidad cuando se reivindica con fuerza a los pueblos originarios que son los protagonistas de este libro. Ver en este blog, mi probable prefacio a este volumen: América Escondida, medio siglo después.

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